Del suelo al cielo: qué nos enseña un clima en crisis
El clima es un asunto cotidiano, que nos habla cuando los ríos se secan antes de llegar al mar, cuando las lluvias se vuelven impredecibles, cuando un árbol florece fuera de temporada e incluso cuando un campesino ya no tiene que usar ruana en su finca en tierra fría. Cada cambio es una señal del desequilibrio que vivimos, no solo del clima, sino del vínculo con la naturaleza. Y es que, desde el suelo hasta el aire, cada capa del planeta cumple una función vital en la sostenibilidad de la vida, que hoy está en riesgo.

Según el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC, 2023), la Tierra ya ha sobrepasado varios límites planetarios esenciales: temperatura global, pérdida de biodiversidad y degradación del suelo. El IPBES (2019), por su parte, advierte que el 75 % de los ecosistemas terrestres y el 66 % de los marinos muestran signos de deterioro, principalmente por el cambio en el uso del suelo, la contaminación y el cambio climático, fruto de la acción humana.
La buena noticia es que aún hay tiempo de restaurar algunos ecosistemas estratégicos, conservar la biodiversidad que queda en el planeta y transformar la forma en que los seres humanos producimos, consumimos y nos relacionamos con la casa grande. Para ello es clave entender que el cambio empieza desde el suelo que pisamos.
El clima también empieza en el suelo. Cada año el planeta pierde más de 24 mil millones de toneladas de suelo fértil, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, una cifra que pone en riesgo la base misma de la vida. El suelo no es tierra muerta, sino un ecosistema de seres vivos que regula el agua, alimenta los bosques y captura carbono. En un solo puñado de suelo fértil habitan más microorganismos de los que hay personas en la Tierra. Son ellos quienes transforman hojas secas en nutrientes, retienen humedad y dan soporte a la biodiversidad. Cuando la deforestación y la erosión destruyen esa capa vital, también se pierde la capacidad natural de absorber dióxido de carbono y de mantener estable el clima. Cuidar el suelo es, literalmente, cuidar la posibilidad de que la vida continúe.
Y de allí, del suelo al aire, los árboles se convierten en el puente que sostiene el equilibrio climático. El tronco de un árbol es su memoria y su reserva: allí se almacena el carbono que captura del aire a través de la fotosíntesis. De acuerdo con cálculos de la FAO (1997), un árbol tropical adulto en promedio puede almacenar entre 10 y 22 toneladas de carbono a lo largo de su vida, considerando tanto su biomasa aérea como la subterránea, que representa aproximadamente el 20 % del total. Los bosques tropicales, como los de la Amazonía, han absorbido históricamente alrededor del 25 % del dióxido de carbono emitido por las actividades humanas, pero la deforestación y los incendios están reduciendo esta capacidad. Cuando estos bosques se talan o se queman, el carbono que almacenan se libera a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global (Global Carbon Project, 2020; Nature Climate Change, 2021; FAO, 1997).
Biodiversidad: el sistema inmunológico del planeta
Hablar de biodiversidad es hablar del clima. Los ecosistemas del planeta son los pulmones y los termostatos naturales de la Tierra: los bosques regulan la temperatura y el ciclo del agua, los suelos fértiles capturan carbono, y los manglares o los arrecifes amortiguan las tormentas. En ellos, cada especie cumple un papel irremplazable. Las llamadas especies sombrillas como el jaguar o el oso de anteojos, son indicadores de la salud de los ecosistemas: cuando sus poblaciones y corredores biológicos prosperan, también lo hacen cientos de especies de fauna y flora que comparten su hábitat. Una biodiversidad positiva se traduce en ríos más limpios, suelos más fértiles y un clima más estable.
De hecho, la biodiversidad es la defensa natural frente a los impactos del cambio climático. Como señaló Adriana Soto, secretaria de Ambiente de Bogotá (imagen a la derecha), durante la Cumbre del Clima 2025, “con la disminución de las emisiones y el aumento de la biodiversidad reducimos nuestra vulnerabilidad al cambio climático, y si a la naturaleza le damos un chance, hace un trabajo espectacular”. Esa frase resume un principio esencial: la naturaleza sabe repararse si la dejamos hacerlo.
El ingeniero forestal Álvaro Vallejo, complementó esa mirada expresando que en Colombia tenemos animales emblemáticos que se ven muy lindos en fotos, pero conservar la biodiversidad implica mirar más allá de lo fotogénico e incluso abrazar lo que parece a simple vista desagradable. Ecosistemas poco conocidos, como los manglares, los humedales o los bosques secos tropicales, almacenan carbono, protegen el agua y sostienen miles de especies invisibles a simple vista, por lo que conservarlos es proteger la salud del planeta y, en consecuencia, la nuestra.

Conservar y restaurar son dos caras de una misma acción climática: proteger lo que tenemos y recuperar lo que hemos perdido, un pie en el presente y otro en el futuro de la sostenibilidad. Estos dos verbos se traducen en más que número de hectáreas en informes, significan dar vida al suelo, agua a las quebradas y oportunidades a las comunidades. Según el Banco Mundial (2025), los bosques tropicales y los manglares almacenan más carbono por hectárea que cualquier otro ecosistema terrestre. Restaurarlos podría evitar hasta un 37 % de las emisiones necesarias para cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

Nuevas rutas para la acción climática
Los mercados de carbono son una herramienta que canaliza recursos hacia la conservación. Un crédito de carbono representa una tonelada de CO₂ que fue absorbida o evitada. Pero su valor real depende de la trazabilidad y la integridad de cada proyecto.
Como explicó Edwin Londoño en la Cumbre del Clima, cuando los mercados se globalizan, se vuelven más exigentes: las buenas prácticas deben apoyarse en mediciones, trazabilidad y sistemas de información. Hoy, plataformas como Kobo Toolbox permiten registrar coordenadas, evidencias y actividades de campo, conectando a comunidades,
desarrolladores y certificadores bajo estándares internacionales. Esta trazabilidad digital hace más eficiente y confiable la certificación de proyectos climáticos, fortaleciendo su credibilidad ante los mercados voluntarios y regulados.
Las reflexiones en torno a los mercados para la conservación van más allá del carbono. Nuevos instrumentos, como los créditos de biodiversidad, buscan reconocer el valor ecológico y social de conservar la vida, no son herramientas de compensación. Según el lanzamiento mundial de la Iniciativa Naturaleza Positiva, en 2023, “La biodiversidad positiva es un objetivo mundial que busca detener y revertir la pérdida de naturaleza para 2030 con una línea de base en 2020, y lograr una recuperación completa para 2050; significa asegurar más naturaleza en el mundo en 2030 que la que había en 2020”.
Invertir en la regeneración de la naturaleza abre oportunidades económicas enormes: el Foro Económico Mundial (WEF,2021) estima hasta US $10 billones al año en oportunidades globales, la meta sería lograr que un árbol valga más en pie que talado. Y en este propósito, cada decisión cotidiana cuenta: elegir alimentos locales y de temporada reduce la huella de transporte; caminar, usar bicicleta o transporte público disminuye las emisiones; separar los residuos y consumir menos plásticos protege los ecosistemas; ahorrar agua y energía aligera la presión sobre patrimonio hídrico. Involucrarse activamente en proyectos de reforestación o restauración, apoyar políticas ambientales, promover el uso de energías renovables y cuidar los espacios verdes de los barrios. Los verdaderos retornos no se miden en cifras: se miden en estabilidad, salud y posibilidades para el presente y las generaciones futuras. La acción climática debe salir de los auditorios y convertirse en una apuesta diaria que hacemos posible entre todos.
Referencias bibliográficas
· Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). (1997). Chapter 2: Wood volume and woody biomass. In Estimating biomass and biomass change of tropical forests: A primer. https://www.fao.org/4/y1997e/y1997e07.htm
· Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC). (2023). Climate Change 2023: Synthesis Report. Contribution of Working Groups I, II and III to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. https://www.ipcc.ch/report/ar6/syr/
· Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES). (2019). Summary for Policymakers of the Global Assessment Report on Biodiversity and Ecosystem Services. https://files.ipbes.net/ipbes-web-prod-public-files/inline/files/ipbes_global_assessment_report_summary_for_policymakers.pdf
· United Nations Environment Programme (UNEP). (2024). Evaluate land to halt annual loss of 24 billion tonnes of fertile soil, experts urge. UNEP News. https://www.unep.org/news-and-stories/press-release/evaluate-land-halt-annual-loss-24-billion-tonnes-fertile-soil-expert
· United Nations Environment Programme (UNEP). (2023). Five reasons why soil health is declining worldwide. https://www.unep.org/news-and-stories/story/five-reasons-why-soil-health-declining-worldwide
· World Economic Forum (WEF). (2021, June 15). What is “nature positive” and why is it the key to our future? https://www.weforum.org/stories/2021/06/what-is-nature-positive-and-why-is-it-the-key-to-our-future/
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