Por: Luisa Fernanda Rincón – Profesional Social MAST Masbosques

Las mañanas en Río Verde de los Henao tiene un tono distinto de jueves a sábado. A las once en punto, el ronroneo metálico del tractor rompe el silencio en el Páramo de Norí, donde ya se ha formado una pequeña multitud de campesinos, bultos de panela y de café. Es el punto de partida del primer tractor de transporte público en Colombia, una máquina que, más que un vehículo, se ha convertido en símbolo de conexión y esperanza para esta comunidad del municipio de Sonsón, Antioquia.

Intercambio de carga en el Páramo de Nori entre la chiva y el tractor para llevar insumos a La Playa

El conductor, Yeifer Gómez, ajusta su gorra y sonríe con la serenidad de quien conoce cada curva y piedra del camino. Tiene 30 años, el rostro de un arriero del páramo y un oído afinado para la música regional mexicana, que suena a toto volumen mientras organiza las cuentas de la carga que transporta. “Llevo diez meses manejando este fierro”, dice con orgullo. Es un hombre que aprende haciendo, así fue como logro convertirse en el experto en la reparación de antenas de internet quemadas por los rayos, el único canal de comunicación en esta zona, pues allí la señal es nula.

El tractor inicia su marcha con un rugido que despierta a los perros y hace volar a los gallinazos que descansan en las perchas de los árboles. En el tráiler viajan entre diez y doce personas, sentadas sobre tablones con cojines o sacos de concentrado. En la pala delantera, otras cuatro se acomodan sobre la carga amarrada con sogas, mientras en el techo viaja lo más delicado: cajas con polluelos, tejas, tubos y varillas para la construcción de las casas, las cámaras trampa que apoyarían la labor del equipo de Masbosques para realizar el taller de ciencia participativa e incluso enfermos que deben ser llevados al hospital del municipio; cuando la situación lo requiere, los habitantes improvisan una camilla con guadua y la sujetan con cuidado al techo del vehículo.

El trayecto es largo: cuatro horas desde El Páramo de Norí hasta el sector La Playa y viceversa, siguiendo un camino que hasta hace poco era de arrieros. Antes de que existiera la vía, abierta en 2023 por convites conformados por lo lideres de la Junta de Acción Comunal y la comunidad, los campesinos caminaban cerca de nueve horas para llegar a la carretera principal que conduce al casco urbano de Sonsón. Hoy, el tractor acorta distancias y transporta no solo personas, sino el corazón de una comunidad que vive entre montañas, neblinas y cafetales.

Camilla para el transporte de enfermos en el techo del tractor

El paisaje es un espectáculo que cambia con cada trayecto. Entre las peñas brotan hilos de agua cristalina que serpentean hacia las quebradas. El aire húmedo arrastra el aroma de caña y plátano, mientras los ojos se detienen en las orquídeas que se aferran a los troncos, los cardos que desafían el viento y los helechos sarros que cubren las piedras como un manto antiguo. En el cielo revolotean gulungos y caciques candela, testigos silenciosos del tránsito de esta máquina naranja que, con su fuerza, une veredas y familias.

Cada parada es una historia. El ayudante del conductor baja con destreza los sacos de concentrado, las canastas de cerveza; los mercados y las pipetas de gas para cocinar o los bultos de sal mineral para el ganado. Los deja en los portones y alambrados de las casas que se levantan a lo largo del camino. Los niños corren para ver el paso del tractor y las mujeres saludan desde los corredores con baldosas de pecas rojas, amarilla y blancas, agradeciendo el servicio que llegó para transformar su cotidianidad.

El DRMI Páramo de Vida Maitamá, visible en algunos tramos del recorrido, acompaña el viaje con su majestuosidad. Allí nacen las aguas que alimentan los cultivos y los sueños de los habitantes de Río Verde de los Henao. El tractor, con su andar pausado pero firme, parece rendirle homenaje a ese paisaje de vida y resiliencia.

Cuando el vehículo se detiene al final del recorrido, el polvo cubre la ropa y los rostros, pero nadie se queja. En este trayecto, el tiempo se mide distinto: en saludos, en risas compartidas, en el sonido constante del motor que simboliza avance.

Porque allí, en las montañas de Sonsón, el progreso no llegó con carreteras pavimentadas ni grandes buses. Llegó sobre cuatro llantas gruesas, una pala de acero y un tráiler lleno de historias, conducido por un joven, que todos los jueves, viernes y sábados transporta mucho más que personas y carga: lleva el reflejo de una comunidad trabajadora y pujante, que con esfuerzo y esperanza abre camino hacia un futuro mejor, paso a paso, entre montañas y sueños.

DRMI Páramo de Vida Maitamá

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