Justicia climática y democracia ambiental: un diálogo plural y permanente
Las discusiones ambientales han llegado a niveles históricos: academia, gobierno, autoridades y corporaciones ambientales, ciudadanos e instituciones públicas y privadas se han sumado al propósito de entender las exigencias e implicaciones del momento que vivimos, que cada vez nos acerca más a un punto de no retorno, para encontrar salidas conjuntas y oportunas.
Y pese a que hay una pluralidad en el debate y una visibilidad que nos alivia, no hay duda de que faltan voces importantes, pues las discusiones deben llevarse a las comunidades, a los sectores más vulnerables y a quienes, por décadas, han custodiado nuestros patrimonios naturales de forma anónima y altruista, pero también a los que han sufrido, de manera desigual, las consecuencias del cambio climático.
La democracia ambiental, un concepto que proviene del Acuerdo de Escazú, ratificado por Colombia en 2022, refuerza el derecho que tenemos todos los ciudadanos a vivir en un ambiente sano, es decir, nos entrega la capacidad, responsabilidad y posibilidad de definir el futuro ambiental de nuestra nación.
La protección de este derecho es fundamental para aquellos que por décadas han emprendido luchas en territorios críticos, a riesgo de las consecuencias que esto traiga, por conservar sus ecosistemas. El Acuerdo de Escazú crea tres líneas claras que van en esta misma dirección: el acceso a la información ambiental, la participación pública de todos los actores en las tomas de decisiones ambientales y las garantías de acceso a la justicia para los defensores ambientales.
No se puede concebir la definición colectiva del futuro ambiental sin la participación de todos los actores. Es ahí cuando la justicia climática y la democracia ambiental deben dialogar para facilitar la toma de decisiones, la resolución de conflictos y la anticipación a situaciones críticas.

Los cimientos de una sociedad se construyen sobre la posibilidad que tienen los ciudadanos de vivir en entornos sanos, seguros y saludables. La crisis climática, que convierte a Colombia en un país altamente vulnerable a sus efectos, nos demuestra que no se trata de un hecho aislado, sino de una realidad que se debe ver desde una óptica integral.
Los derechos constitucionales al medio ambiente sano, a la distribución equitativa de los recursos y a su conservación deben ir ligados a la protección de los derechos humanos y al reconocimiento de las desventajas que existen en las comunidades más vulnerables, que hoy impiden que su voz, tan necesaria, sea escucha en entornos decisivos.
Los Bóscares Colombia 2023: Un reconocimiento a BancO2 y Restauremos nuestros páramos
Ocho empresas del sector transporte y energía, financiero, así como del sector alimentos y bebidas fueron reconocidas por la implementación de proyectos empresariales innovadores, integrales e inspiradores de impacto positivo en ecosistemas forestales.
Con la implementación de BancO2 y Restauremos nuestros páramos desarrollados en alianza con Masbosques, Bancolombia y Nutresa recibieron este reconocimiento.
BancO2 Plus: Una iniciativa para mejorar la calidad del aire en Colombia
Masbosques lidera una estrategia innovadora que destaca el impacto directo en la calidad del aire. La línea BancO2 Plus, en colaboración con comunidades rurales, entidades gubernamentales y el sector empresarial, proyecta una impresionante reducción de 357.571 toneladas de CO2eq en 10 años, aporta un promedio anual de 35.749 toneladas de CO2eq evitando la deforestación de 21.854 hectáreas de bosque natural
Pago por servicios ambientales CARDER: una estrategia para la sostenibilidad de Risaralda
Con esta estrategia de Pagos por Servicios Ambientales 33 familias campesinas de los municipios Apia, Balboa, Belén de Umbría, La Celia, Pueblo Rico, Marsella, Santa Rosa de Cabal y Pereira se comprometen con la conservación de 1.153 hectáreas de bosque y la recuperación de 386 hectáreas de ecosistemas naturales asociados a las cuencas hídricas.
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